Querido alumno,

Quiero empezar este mail por agradecerte y disculparme. Agradecerte por la confianza de contarme estos conflictos internos y por otro lado la disculpa por no haber podido contestarte antes. Ahora, también me la pones muy difícil, porque yo no creo entender muchas cosas a la perfección ¡jajaja! pero el Yoga como un complejo sistema filosófico me ha dado muchas guías y herramientas para colmar de significado mi vida y yo creo que estamos juntos en el camino por llegar a esa posibilidad. De igual a igual, porque el rol de maestra lo tengo en espacios concretos de esta ilusión que es la vida, pero en realidad soy sólo una practicante imperfecta también. Yo no tengo muchas respuestas, pero sí tengo muchas indagaciones, busco y busco entre los recovecos de lo que me hace sentir la práctica y lo que he leído y escuchado de los maestros, pero también de los artistas, de los filósofos, de los poetas. Porque yo creo que la vida está mejor indagada en la manera en que el arte ha expresado la condición humana. Es a través de personajes que sentimos nuestra propia vida, la reflexionamos, la hacemos más nuestra, de poderla poner en esa tercera persona que es una ficción.

De esa forma yo creo que todos podemos identificarnos con la sensación de provenir de un entorno muy superficial, porque los valores hegemónicos de nuestra cultura así nos han educado, directa o indirectamente, pero creo que definitivamente el despertar al vacío de identificarse con las cosas materiales de la vida es una especie de despertar espiritual. Como les dije en las clases, preguntarnos quiénes somos es lo que nos lleva al Yoga, y el Yoga es preguntarnos quiénes somos. La pregunta muchas veces proviene de la insatisfacción que uno encuentra en la vida (aunque a veces parezca perfecta en términos del éxito y las comodidades) y es una insatisfacción que va más allá de lo material. Emerge cuando uno comprende que si bien es bello tener ciertas cosas y oportunidades (las cuales hay que agradecer, sin culpa ni remordimiento, aprovechar al máximo y soltar después) lo esencial no puede ser adquirido. Lo que más me alegra de tu mensaje es que yo pienso que aunque dices que hay muchas cosas que no entiendes, estás en el buen camino, porque estas comprensiones no pueden venir de la mente racional; esto puede sonar a algo que traiga más angustia, porque no podemos asir un pensamiento o entendimiento, conocimiento o actitud precisa que nos asegure con certeza que ya sabemos que estamos «haciéndolo bien». Yo creo que no. Pero aún cuando parezca más «puzzling» yo pienso que eso mismo que te ha llevado a alejarte (internamente) de cultivar una vida que esté basada en tener más y más cosas y experiencias externas para presumirlas o valorarte a ti y a tu familia por ellas es ese «click» que sientes que hace algo en tu interior cuando practicas Yoga. Si pensamos que el Yoga es la unión con todo el resto del cosmos, me gusta mucho esa imagen mental de algo que conecta  en la práctica de las posturas y la meditación. No hay nada de malo en tener una vida cómoda y dichosa, al contrario. Sin embargo, es muy importante ser justos y humildes, creo. Y buscar que nuestras acciones (tanto en nuestra vida laboral como en la personal) generen el menor sufrimiento posible y traigan el mayor beneficio posible a todos los demás. En esta intentiva es que yo creo que podemos ser realmente seres que cultivan el espíritu y la trasendencia de la personalidad. Pues como dice Ram Dass repetidamente, la personalidad no se ilumina, lo que se ilumina es, digamos, la posibilidad de observarla sin afectación. Esto que les explicaba del «vasana» o el espacio donde tu alma registra las experiencias pasadas, como karma que ha de ser quemado, se refiere a que vamos a seguir sufriendo y, por ende, aprendiendo, aún cuando hayamos alcanzado la iluminación; porque es necesario que todo lo que cultivamos en el pasado, como causa, tenga su efecto, su consecuencia, hasta que nuestra alma quede vacía de eso que hemos de «pagar». Por eso, de ser más y más auténticamente puros, de palabra, pensamiento y acción, vamos a poder limpiar el cuerpo, la mente y las emociones para que brille con más claridad la luz del alma. Creo que la vía es la observación y aceptación de todas las emociones y el entendimiento de que todo en nuestra existencia es perecedero.

A veces queremos más de la vida, la misión de la que habla el Yoga aparece tan compleja de encontrar porque vivimos en un mundo que cultiva la idea del individuo como un ente capaz de forjar su futuro; donde su oficio u profesión es visto como su deber y ejercerlo como su libertad. Pero si lo pensamos más allá, todas las cosas que nos forjan, como bien dices, a veces son circunstancias y acciones que en el pasado que no pudimos controlar, errores, frustraciones, oportunidades perdidas, virajes inesperados de la vida que nos tienen en donde estamos, el primero de todos: nacer donde nacimos. Tenían que pasar y son perfectos porque no pueden (en el tiempo presente de su reflexión) ser de otra manera, en tanto que no lo están siendo. No porque estén escritos previamente. Probablemente la misión de cada uno sea simplemente disfrutar de un amanecer, una puesta de Sol, un sorbo de agua, el sonido del viento, en donde sea que estemos, con el entendimiento de esa plenitud de disfrutar de la calma y amor que brinda el espacio distanciado de nuestros pensamientos, la no identificación con el Ego. No lo sé. Pero a lo que voy es a que hay que soltar la visión de la misión como un «hacer» necesariamente. Sin embargo, si tienes herramientas y fortalezas y la intención de aportar algo al mundo, si tienes ciertas posibilidades, obsérvalas. Se manifiestan en tus talentos, tus inclinaciones «naturales», lo que más disfrutas y te hace feliz y aparte te reta y estimula. Tus posibilidades económicas y materiales, el tiempo del que dispones, las relaciones que te rodean. Todas tus circunstancias son tus maestros. Como les dije, es a través del amor incondicional que encontraremos nuestro Dharma; la sensación de hacerlo porque no podríamos no hacerlo, porque nos gusta darlo. Así, como una humilde ofrenda, que no por humilde es mediana, sino completamente entregada, plena, volcada. Tal vez en ese espacio puedas indagar, qué te gustaría aportar a la humanidad, por sencillo o grandioso que sea, si es que pudieras. Y, de ser así, ¿cómo lo vas a hacer?

Por lo pronto, te recomiendo mucho que sí te hagas un espacio para practicar tus posturas, al menos, tres veces por semana. Porque desde ahí y en el silencio interno que provoca el Asana cuando se hace con la entrega que merece, empiezan a aflorar unas pulsiones, yo creo, porque no son exactamente pensamientos a veces. Lo importante es tener el hambre por esa respuesta trascendental. Búscalo, ya está adentro de ti.

Muchas gracias, con todo mi cariño.

Alejandra Benítez
Blog Mujer Ficción 

Instagram @Yogaconmujerficcion